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La vida sigue


No es increible? Por insoportable que parezca todo, tras cada noche llega un nuevo dia y no hay ninguna catástrofe que detenga este proceso. Y como zombies nos dejamos arrastrar por este fenómeno. Algo nos impulsa a seguir hacia delante, como si estuviéramos subidos en una gigantesca cinta transportadora que nunca se detiene. Por insoportable que nos parezca seguir en este mundo, siempre nos espera un nuevo dia.

Y nos dejamos llevar, seguimos caminando, siempre un paso detras de otro, cada segundo lleva a otro segundo y vagamos por el planeta llevados por no se sabe qué misteriosa fuerza, ensimismados en ridículos pensamientos triviales. Hasta que un dia de pronto algo nos sacude y nos hace tomar conciencia de lo salvaje que es la vida. Imagino que lo de nuestras oposiciones es una estúpida minucia para el resto de la humanidad. Al fin y al cabo solo es un insignificante detalle que ha dinamitado los cimientos de todos mis proyectos de futuro, reduciéndolos a escombro y convirtiendo mi porvenir en un árido y caótico solar. Pero qué pasa cuando intentas digerir algo así y te das cuenta de repente de que en Londres y Egipto hay montones de muertos y heridos por atentados, de que los huracanes arrasan medio mundo, mientras la sequía aviva fuegos que queman vivos a quienes intentaban apagarlos. Os imaginais lo que debe ser morir así? Es decir, te subes a un coche intentando ponerte a salvo y cuando te das cuenta estás ardiendo. No sé si el dolor te deja lugar a pensar que en realidad te queda poco más que eso hasta que te extingas para siempre. Espero que no. Joder y después de tanto y tanto dolor y sufrimiento, individual y colectivo, el puñetero y jodido mundo no se detiene. Después de cada noche sigue amaneciendo un maldito dia y seguimos adelante otra vez, superando cada tragedia, reduciéndola poco a poco a un punzante recuerdo que cada vez ocupa menos tiempo de nuestros pensamientos y volvemos a nuestra existencia de zombies supervivientes hasta que otro cúmulo de despropósitos nos hace gritar, llorar y agonizar, nos hace tener ganas de arrancarnos el corazón del pecho para dejar de sentirlo o estrujarnos el cerebro con nuestras propias manos para dejar de pensar. Y es en esos momentos en los que casi desearíamos estar muertos cuando puede que estemos más vivos que nunca.

El cuerpo humano es sabio. Cuando el dolor que nos traspasa es tan intenso, los nervios se adormecen y nos inundan unas sustancias que lo mitigan, sumiendonos en un estado de irreal ensoñación. Tal vez somos marionetas y quien mueve los hilos se asegura de mantener unos niveles de sufrimiento soportables para que no nos rompamos y podamos servir de juguetes durante mucho tiempo.

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