En memoria de Fina
Fina era mi tía abuela y también mi madrina. Era muy viejita, tenía más de 100 años, nadie sabe cuantos porque durante la guerra se quemó el Registro y cuando fueron a dar los datos de nuevo, ella y mi abuela dijeron lo que les dio la gana. Era pequeñita, muy menuda. Siempre estaba rezando por todo el mundo. Había adoptado a mi madre, a todos los demás sobrinos, a medio pueblo y a cualquiera que se le pusiera a tiro y necesitara algo. Siempre vivió con mis abuelos, así que mis hermanos y yo nunca los pudimos distinguir. Crecimos con dos abuelas, pues. Mi abuela de verdad era más remangosa, otro dia hablaré de ella. Fina era callada, nunca levantaba la voz. Ni se enfadaba. Se apenaba a lo sumo. Era un poco melindrosa. Pero era muy buena, tan buena que no se puede ser más y ya no hay gente así. Siempre tenía para todos, nunca negaba ningún favor. Era vegetariana aunque con la vejez se le olvidó. Se rompió dos veces la cadera, la primera se le olvidó y a los dos dias andaba correteando por el hospital. La gente la quería mucho. Todos la queríamos mucho.
Pues el miércoles se murió. Como un pajarito en su cama. Ya estaba muy malita, no conocía a nadie y apenas hablaba ya. Me enteré de viaje a Madrid para hacer los exámenes. Y estoy segura de que se murió porque pensó que hacía más falta en el cielo que en la tierra. Seguro que me quiso echar una mano desde arriba del todo y ahí debe seguir, cuidándonos a todos como siempre. Porque si hay cielo, está allí y si no también porque seguro que se inventó para ella. En su funeral, todo el pueblo lloró. Yo lloré desde Madrid también.
A lo mejor se enfada un poco desde ahí arriba por haber puesto esta foto, que sale un poco despeinada. Era muy coqueta, siempre se teñía las canas, pero es que no tengo otra mejor en el ordenador. Bueno, si se enfada, se le pasará enseguida, como siempre. Que descanse en paz, entre nubes y angelitos.
Pues el miércoles se murió. Como un pajarito en su cama. Ya estaba muy malita, no conocía a nadie y apenas hablaba ya. Me enteré de viaje a Madrid para hacer los exámenes. Y estoy segura de que se murió porque pensó que hacía más falta en el cielo que en la tierra. Seguro que me quiso echar una mano desde arriba del todo y ahí debe seguir, cuidándonos a todos como siempre. Porque si hay cielo, está allí y si no también porque seguro que se inventó para ella. En su funeral, todo el pueblo lloró. Yo lloré desde Madrid también.
A lo mejor se enfada un poco desde ahí arriba por haber puesto esta foto, que sale un poco despeinada. Era muy coqueta, siempre se teñía las canas, pero es que no tengo otra mejor en el ordenador. Bueno, si se enfada, se le pasará enseguida, como siempre. Que descanse en paz, entre nubes y angelitos.
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